REMAR A CONTRACORRIENTE

El gigante y su medalla

Un amante de la investigación y de la historia, jamás puede dormirse sobre su propia obra, creyendo vanamente que ha hecho bastante; la vida no duerme ni descansa, y a cada instante muestra sus páginas, como un libro que nunca termina de escribirse. Precisamente buscando en esas páginas encontré esta que hoy les muestro. 

Es bien conocida la historia posterior de otros atletas y trabajadores del deporte que han asistido a certámenes competitivos de diversa índole, desde topes de confrontación hasta Juegos Olímpicos, pero muy pocos conocen que un moreno súper alto, de más de 6 pies, con rostro y alma de buena gente, brazos y manos de gigante y muy poco o nada de orgullo, fue nuestro Primer medallista de Oro en Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Para cualquier habitante de Buenaventura, este pedacito de tierra al oeste de la provincia de Holguín, La sola mención del apellido Bruzón, es sinónimo de gente buena, morenos y sobre todo de tamaño descomunal, sí, porque Gervasio Bruzón y Juana Causillas, como son de buen porte, dieron 9 hijos que, tanto hembras como varones, están por encima de la estatura media de un cubano común.

De uno de esos pantagruélicos retoños quiero hablarles, Wilfredo Bruzón Causillas, nacido en Velasco,  el día 18 de septiembre de 1965. Bruzón, como todos le llaman, al igual que a todos los miembros de esa noble familia, realizó su primera etapa de estudios en su tierra natal, hasta que en 1976 su familia se mudó para estos lares y desde entonces aquí viven, han echado otras raíces y muy difícilmente  nos abandonen.

Todavía recuerdo su espigada figura en el Politécnico “La Sucursal 34”, cerca del Central Antonio Maceo donde este cronista se desempeñaba como profesor, hace unos 32 o 33 años. Allí Bruzón, como otros de su edad terminaron sus estudios como Técnicos medio en Construcción y salieron de vacaciones. Fue precisamente en ese tiempo cuando una visita inusual lo catapultó de la noche a la mañana a una vida inesperada.

Como ya les comentaba, decir Bruzón en Buenaventura, es lo mismo que hablar de personas de gran tamaño y eso mismo fue lo que llevó a Orlando Proenza Vera, entonces director municipal  del INDER (Instituto Nacional de Deportes y Recreación), a visitar a Wilfredo; con él iba Roberto Pizarro, Comisionado Provincial de Remo, quien andaba buscando talentos para la Academia Holguinera, que tiene su sede en las aguas cercanas al poblado de Pesquero. El muchacho aceptó.

Desde septiembre de 1982 hasta finales de 1985 Wilfredo Bruzón formó parte de la selección holguinera a todos los juegos nacionales, su fuerza, su impresionante talla y su juventud hicieron de él un portento en el deporte de las canoas, destacándose de tal modo que en ese mismo año, 1985, fue llamado a integrar el seleccionado nacional, con sede en la universalmente conocida playa de Varadero, al norte de la provincia de Matanzas.

Olvidaba decir que el joven Bruzón combinaba por esa fecha su deporte con las actividades propias de un militar porque a la par que pertenecía a los equipos Provincial y Nacional, cumplía su periodo como recluta del servicio Militar General.

En el instante de la partida hacia el «Viejo Continente»

Llega el año 1986, comienza la etapa más hermosa en la vida de Wilfredo Bruzón Causilla, un tiempo breve pero intenso, cargado de nuevas emociones, porque es su posibilidad de demostrar que sí puede contra los mejores del mundo en su especialidad, el 8 con timonel. Es cuando forma parte del grupo de atletas que nos representan en varias competiciones de remo programadas en el Viejo Continente, comenzando por Alemania y terminando en Inglaterra. Definitivamente sólo compitieron en la otrora República Federal de Alemania (RFA) y en Francia, porque a la cita con los ingleses no pudieron asistir. De ese encuentro le queda el recuerdo de un meritorio tercer puesto frente a la selección gala, una de las mejores del mundo y cómo nunca faltan las sabrosas anécdotas, aquí les regalo un par que me hicieron soltar sendas carcajadas. 

Contóme el espigado remero retirado que, ya en Alemania, ni el susto del avión se le quitaba, y junto a esa lógica impresión llegó también la incertidumbre por lo que le ponían a la mesa, siempre coronada con unas frutas que nunca en su vida había visto y mucho menos probado. Los demás sí las conocían porque ya tenían algunas “horas de vuelo”, pero él “nananina”. Para hacer el cuento más corto, uno de esos días, intrigado tomó subrepticiamente algunas de aquellas frutas y las puso en su maletín con el objetivo de probarlas pero trató de que nadie le viera, por si las cosas, y porque como no había visto a nadie más comerlas, no sabía si efectivamente aquello se tragaba, se botaba el bagazo o estaba solamente para adornar la mesa. Termina el entrenamiento del día y nuestro inmenso amigo, misteriosamente se va al baño y comienza a oler y morder. Las cosas le gustaron y se entretuvo tanto que no vio llegar a uno de sus compañeros de equipo que intrigado lo miró y le dijo: ¿Qué tú estás haciendo aquí en el baño comiendo escondido?, Bruzón se quedó tieso como una gran vela y la boca atestada de aquello a lo que él todavía no le sabía el nombre. Su coterráneo comprendió y aclaró la situación: Eso es Pera, compadre y eso otro es Manzana, a lo que grandote respondió con la bocaza llena de la sabrosa masa: ¡¿No jodas?!

Con un compañero de equipo

La otra tuvo como escenario uno de los albergues franceses, a donde se había llevado una botellita de la universal Coca Cola, reconocida además de su sabor por su efervescencia. Cubano, caribeño y latino al fin, no le halló el dulce por ningún lado al popular refresquito y quiso añadir un poco de leche condensada, pero en lugar de vaciar el contenido de la botellita en un vaso o una copa y agregar y revolver la leche, bebió un poco del líquido y añadió leche al recipiente de cristal. Le puso el consabido dedo gordo en la boca y agitó con toda la fuerza de su potente brazo. Bueno, lo que sucedió después ya puede usted imaginarlo, al quitar el dedo el chorro de Coca Cola con leche condensada bañó a cuantos estaban cerca, no quedó cama ni pared ni techo que no conociera a qué sabe “un buen refresco”, ¡Qué caraj! ¡Es que la Coca Cola hace tremenda espuma, compadre! 

Y bien, después de una escala obligada en España, por razones meramente burocráticas relacionadas con el visado, regresan a Cuba y tras un nuevo análisis queda incluido en la nómina que en breve ha de partir hacia los XV juegos Centroamericanos y del caribe que del 24 de junio al 5 de julio de 1986 tendrían lugar en Santiago de los Caballeros, república Dominicana.

Por decisión del Comité organizador de los Juegos, la competición de esgrima la acogería Cuba y los eventos de remo se efectuarían en Ciudad México, y hacia allá partieron los muchachos grandes y entre ellos nuestro Bruzón.

Suena el disparo, el bote integrado por Rolqui, Ismael Carbonell, Arnaldo, Danilo, Pumariego, El santiaguero, Castro, Bruzón y el menudo timonel “Guaco” Ojeda, sale como un bólido, parece que el agua no puede contener la fuerza de aquellos 16 brazos gigantescos que reman y reman sin parar, la meta está cerca, diez metros, cinco, tres, dos, uno y ¡Cuba campeón Centroamericano y del Caribe!, los pechos laten con fuerza, es grande la emoción de los muchachos, y el corazón se le quiere salir al inmenso “guajiro” de Buenaventura, él sabe lo que su medalla representa para la historia deportiva de su tierra adoptiva y para su familia.

La medalla y el recuerdo

Son cosas difíciles de olvidar, son instantes que jamás se borran de la mente de un atleta, y eso es lo que ahora, a 26 años le hace sonreír y lanzarse a la conquista de la nostalgia, a veces hasta rabiar, porque según me dijo, no aprovechó lo que la naturaleza le dio como regalo, y en la mejor etapa de su carrera la inexperiencia, la inmadurez y quién sabe cuántas cosas más le hablaron al oído y él las escuchó. Un buen día, sin más ni más, Salió de Varadero y no regresó más, a pesar de las solicitudes, los reclamos y las llamadas. 

Quien quiera saber más de él, escuchar de su boca las anécdotas de su fugaz pero venturosa carrera deportiva, sólo tiene que preguntar  por “Bruzón el Grande”, “el de la brigada de mantenimiento del INDER” y enseguida da con él. Y ahí está; por estas calles anda el humilde moreno, alto como una torre humana, risueño y bonachón, con grandes zapatos en sus inmensos pies, navegando por los caminos polvorientos de su brillante recuerdo, a veces arrepentido de no haber hecho más, de haber sido inmaduro, y  se va, con sus largos brazos balanceándose a ambos lados del cuerpo cual nervudos remos de un hombre que, opuesto a toda lógica, dejó el camino del éxito para vivir del modo más humilde y desconocido, o como se dice en el argot del mar: Remando a contracorriente.

El viejo y único artículo sobre su formidable actuación.

 

 

 

 

 

 

 

Una respuesta

  1. HONOR A QUIEN HONOR MERECE, Y BRUZÓN TIENE EL MERITO Y LO TENDRÀ. MUY BUENA HISTORIA , DIGNA DE MENCIONAR PARA QUE ESTE CLARO QUE LAS COSAS NO QUEDAN EN EL TIEMPO, Y MUEREN, TODO LO CONTRARIO, VIVEN Y PERDURAN. FELICITACIONES A LEO COMO SIEMPRE POR SUS INTERESANTES Y NOVEDOSOS ESCRITOS. PROSPERO Y FELIZ 2013 ( AUNQUE QUEDA UN POCO PARA TERMINAR EL 2012)

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